domingo, 1 de noviembre de 2015

Hay que “oír” algunas fotos...

Una foto venciendo, gracias a la tecnología, distancias y tiempos antes insuperables... “una imagen que vale más que mil palabras”..., palabras que no faltaron, ciertamente, sí faltaron oídos que quisieran escuchar.
Cuando se instala en los ojos (y en las pantallas) la imagen del policía turco llevando el cuerpito sin vida del niño sirio, se impresiona la sensibilidad... Hacen falta palabras, también.. Todos sabemos su edad y nacionalidad: 3 años; sirio. Muchos sabemos su nombre: Aylan. Pocos conocemos su apellido (ya es más difícil): Kurdi. ¿Cuántos conocen su drama, sus juegos abandonados a causa de la locura trágica de la guerra, la historia de su pueblo?
Imposible saberlo a ciencia cierta cuando la Guerra Civil Siria ha provocado que cerca de 2 millones de personas (algo menos de un 10% de la población total del país, unos 23 millones) busquen asilo humanitario en otras naciones.
La defensa comprometida de la vida reclama opciones concretas en determinadas ocasiones. Tan concretas como las historias que el mar arroja en otras costas... y en nuestras pantallas.
A todo esto, el Papa, quien en su primer viaje eligió ir al encuentro de esta dura realidad en la “periférica” isla de Lampedusa, ha llamado recientemente a las parroquias a recibir refugiados. El Rector Mayor ha replicado, felizmente, este gesto de hospitalidad. Son acciones que alegran, animan y deben estimular a los que queremos ser discípulos del Maestro que se identificó con el que está “hambiento, sediento, de paso, desnudo, enfermo, preso” (Mt.25, 35-36)
Como suele pasar, los pobres son los primeros en compartir desde su propia limitación y proximidad. Según datos de 2013, el Líbano (con 4 millones de habitantes, recibió 720 mil refugiados), Jordania (7 millones, medio millón de refugiados) son los países que están asilando mayormente a los refugiados... Hay otros números: Turquía (78 millones, medio millón de refugiados); Alemania (80 millones; 5 mil refugiados); Francia (64 millones; 500 refugiados)1. “El que tenga oídos, que oiga” (Mt.13, 9.15-16)
Nuestro país (40 millones, 300 familias refugiadas) puede alegrarse de ser históricamente una tierra generosa y hospitalaria “para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino”, como instituye nuestra Constitución desde hace 162 años. Más allá de las decisiones que debamos tomar en esta circunstancia histórica puntual para honrar esta noble tradición, es urgente preguntarnos por nuestros propios “refugiados”: Argentinos demandando “asilo” y contención a sus propios compatriotas... Las distancias no son geográficas; son culturales, éticas, ¿políticas? También hemos visto fotos conmovedoras de pequeñas comunidades abandonadas, culturas despreciadas, tragedias ambientales, inundados, jóvenes desorientados, muchachos desnutridos, enfermos, adictos, etc..
¿Cuántos han “oído” los gritos de estas realidades en vivo y en directo, sin foto de por medio..? ¿Cuántos necesitamos todavía convertir nuestro corazón y reconocer nuestras propias “fronteras cerradas” al diferente, al extranjero, al “impuro”, mientras dejamos con indiferencia que tantas vidas pequeñas naufraguen en nuestras calles, en nuestras noches? En las elecciones de cada uno, y en las que tomemos como sociedad, tengamos presentes a estos pequeños, especialmente los más pobres, abandonados y en peligro.
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Cinco datos para entender la crisis migratoria en Europa
http://chequeado.com/el-explicador/cinco-datos-para-entender-la-crisis-migratoria-en-europa/

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