sábado, 6 de octubre de 2012

Voto adolescente: difícil elección.

En las últimas semanas se ha debatido en torno a la reforma de las normas electorales, por las que se permitiría el voto a los ciudadanos de 16 a 18 años (así como a los extranjeros con dos años de residencia en el país)...

Son cuestiones delicadas y que suelen abrir diversos interrogantes, a veces insospechados al momento del planteo inicial, como es habitual en las discusiones jurídicas. Es probable que aniden intereses particulares detrás de algunas posiciones, pero esto no debería ser un motivo sustancial de apoyo o rechazo a la moción en discusión: la obediencia corporativa, o la cerrazón a priori, no ayudan a poder debatir y construir consensos... Sin embargo, tampoco deben generar sorpresa y/o indignación ciudadana dichos objetivos particulares: es natural (y necesario, hasta cierto punto) que los dirigentes políticos busquen aumentar su base de sustentación electoral, su capital político, su capacidad de liderazgo, etc...

Lo que sí debe generar reacción ciudadana es la tergiversación del sistema democrático que puede darse en función de esas motivaciones coyunturales (o, peor aún, hechos de corrupción, como hemos visto en otras ocasiones): Ocurre que pasarán los apellidos, los titulares, los encendidos cruces mediáticos... pero permanecerá la legislación. Parece muy necesario, en consecuencia, que la sociedad en su conjunto, y, más en particular, su dirigencia política, gremial, educativa, etc. se dé un debate serio y responsable en torno a la adolescencia, a esta primera generación de jóvenes nacidos ya en el siglo XXI (en algunos ámbitos ya ni se habla de la comentada “Generación Y”, sino de la “Generación Z”1).

Por de pronto, no hay muchos países que contemplen la posibilidad del voto para los adolescentes: Austria, Brasil, Chipre, Cuba, Ecuador, Eslovenia, Irán, Nicaragua; y hay unos pocos más en los que se está evaluando la medida: Bolivia, Chile, Reino Unido2. Tampoco parece que sea un planteo generalizado por parte de los adolescentes... Sin embargo, el hecho de que no sea una exigencia mayoritaria tampoco es un reparo insuperable: una función de la dirigencia política es, precisamente, liderar los procesos de cambio, orientar a la sociedad y no (simplemente) seguir los reclamos ya instalados... Ya sucedió algo así con las medidas a favor de las empleadas domésticas, la extensión de la cobertura previsional, o algunas contadas medidas en materia de organización de transporte y tránsito, por ejemplo... Parecen más atendibles, en cambio, las objeciones en torno a la prolongación de la adolescencia, que incluso ha llevado a que se sancionara con fuerza de Ley la extensión de la educación obligatoria hasta finalizar la educación media, o que se cubriera mediante la Asignación Universal por Hijo a los menores de 18 años.... Para tratados internacionales, con rango constitucional, son menores, sujetos de derecho pleno, y de obligaciones propias de su edad, (algunas por sí mismos, y otras por medio de tutores o curadores).

Por otro lado, también son reales las experiencias numerosas (y silenciosas) de compromiso, servicio, y voluntariado. Sin embargo, es cierto que la participación política no se circunscribe a la participación electoral, como hasta la misma militancia juvenil en distintos partidos políticos, sindicatos, etc., también atestigua...

Parece interesante contemplar la posibilidad de un acceso gradual a los derechos y a los deberes de los adultos: Los menores de 18 años ya son punibles en relación a los delitos más graves (contra lo que se argumenta errónea y frecuentemente)3, pueden emanciparse, con permiso de sus padres o autoridad judicial, trabajar legalmente, comerciar, contraer matrimonio, adquirir licencia de manejo, donar sangre, se debate considerarlos como adultos en lo que hace al cuidado de su propio cuerpo (ya toman decisiones de peso, frecuentemente, sin que intervengan sus padres)... Pero no pueden acceder a propiedades inmuebles, comprar un automóvil, emplear trabajadores, o viajar fuera del país, al menos, para algunos de estos actos, no sin intervención de tutores o curadores, o sin necesidad de ratificarlos al llegar a la mayoría de edad...

Tal como la iniciativa plantea, no parecería incorrecto contemplar la posiibilidad de un voto opcional para jóvenes, antes que sea considerado un deber cívico, tal como ocurre en la otra “punta” de la edad vital (pasados los 70 años, cesa la obligación del sufragio, pero permanece el derecho al mismo)... Y ¿cómo incorporamos el resto de los aspectos que hacen a las elecciones..? ¿Podrían los jóvenes de 16 años ser autoridades de mesa, fiscales...? ¿Cómo participarían en la vida interna de los partidos políticos, en su propia organización institucional? ¿Podrían ser candidatos..? ¿Y si se plantease la posibilidad de votar inicialmente en elecciones locales (intendente, concejales, etc.), dado que es la realidad inmediata que viven como jóvenes...? De hecho, esto es lo que ya sucede en la ciudad de Córdoba, Colonia Caroya, Zapala, por ejemplo4...

Como puede apreciarse, es un tema que rápidamente plantea distintas alternativas, diversos aspectos a ser bien estudiados... ¿Buscamos la ampliación de las capacidades de los jóvenes, o jóvenes con capacidades ampliadas? No es un mero juego de palabras: ¿es nuestra preocupación sustancial un simple hecho jurídico con “consecuencias convenientes”, o nos preocupa centralmente la persona del joven?

Mientras que los jóvenes son parte de nuestro sistema de consumo de bienes y servicios (son objeto de publicidad consumista sin descanso)5, incluso contribuyendo con su propio tiempo de trabajo al mantenimiento económico de los hogares, cuando muchas veces deben sostener complejas situaciones familiares, lo que lleva a que muchos deban quemar etapas aceleradamente, mientras otros muchos ven extenderse indefinidamente su adolescencia (un tiempo de moratoria psicosocial, tal como sugiere una conocida alegoría), cuando ven reflejados (y magnificados...!) los dramas y desigualdades de nuestra propia sociedad, parece justo que nuestros representantes se den un debate serio y coherente en torno a su experiencia vital en nuestras familias e instituciones... O sus variadas experiencias vitales posibles, ya que no parece haber una sola adolescencia, una normal o típica... ¿Será la política otra instancia en la que la juventud también se verá abordada de manera parcial y/o apresurada? ¿No se merecen ellos de nuestra parte una consideración coherente, seria y reflexionada en torno a sus derechos y deberes a los 15, 18, 21, 24 años...?

Sin embargo, más allá de la resolución que eventualmente se tome (al momento actual, ni siquiera es un proyecto de ley presentado), es importante elevar la calidad de la reflexión social y dirigencial sobre nuestros jóvenes, y dotarlo de mayor coherencia e integralidad, así como mejorar la comunicación entre líderes y ciudadanos en los tiempos de campaña electoral y decisiones electorales, tratando de lograr una mayor toma de conciencia sobre la trascendencia de nuestras opciones políticas.



http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-202991-2012-09-09.html

http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-202978-2012-09-09.html